Dos amigos pasean por el campo una tarde soleada.
De repente, uno de ellos profiere un alarido, señalando un hermoso hongo junto al camino.
-¡Ostias tú, un boletus edulis! ¡Y encima está como rezando! ¡Huyamos! - y echa a correr.
El amigo le sigue a toda ostia.
-¿Pero qué dices chacho? ¿Cómo va a rezar un boletus? Y aunque lo hiciese, ¿qué más da?
-¡Pero tío! ¿No has oído hablar del peligro de las setas religiosas?
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